miércoles, 27 de marzo de 2013

#Hold Your Breath

Lo que los tipos de Asylum entienden por slasher.


¡Cosa, te he dicho que no quiero potar!
Cuando me topé por casualidad con ·#Hold Your Breath (sí, el título va así, con almohadilla, como si fuera un trending topic o algo) me llamó la atención lo absurdo de su sinopsis, que dice algo así: un grupo de chavales pasa por un cementerio y, como uno de ellos no contiene la respiración tal como dicta la leyenda urbana de turno, es poseído por el espíritu de un psicópata. 
Con un argumento tan absurdo estaba claro que debía verla, y un vistazo por encima al trailer la pintaba como un slasher correctito que, igual, hasta me gustaba... qué error...

Me di cuenta, de hecho, de la magnitud de este, a instantes de empezar la peli, cuando apareció ante mí el logo de The Asylum. 
Esta productora, para quién tenga la suerte de no conocerla, se dedica básicamente a lanzar títulos habitualmente muy malos, protagonizados por actores igual de malos y/o secundarios y viejas glorias de la televisión, todo ello para el mercado directo en DVD y Bluray. Pero hay otra cosa que suele caracterizar a las obras de The Asylum: su oportunismo.
Que Burton hace Abraham Lincoln Cazador de Vampiros, ellos sacan Abraham Lincoln contra los Zombies, que Jackson estrena El Hobbit, ellos Ages of the Hobbits, con Christopher Judge y un montón de pigmeos. Si incluso han estrenado una secuela apócrifa de Titanic y están preparando una que se llama Jack el Matagigantes, en cuyo trailer me ha parecido ver un robot enorme.

Pero no sólo de pseudoplagios vive el asilo (supongo que no habrán suficientes estrenos al
¿Veis como no me lo
invento?
año), también sacan títulos propios que son incluso peores, como Two-headed Shark Attack (El Ataque del tiburón de dos cabezas, sí), Megashark Vs. Giant Octopus o, la que nos ocupa, #Hold Your Breath.

La peli comienza con un flashback de los años cincuenta o sesenta, en un manicomio penitenciario en el que están a punto de ejecutar a un psicópata. Cuando le ofrecen decir unas últimas palabras, el condenado se pone a recitar párrafos de la Biblia, mata a uno de los guardias y se saca un ojo. Así, sin más. Al final lo amarran a la silla y lo fríen, mientras el guardia se desangra.

Salto hasta la época actual con la reunión de un grupo de amigos que solían ir juntos al instituto y que, por no complicar la cosa, cumplen con todos los estereotipos del género de una sentada: El prota poco carismático, la novia putilla del prota, la rubia más putilla todavía pero sin novio, su hermana, el amigo cachas y chulito, el amigo empollón (que también está cachas y parece saber un montón sobre manicomios) y el colega fumeta. Todas ellas están buenísimas y todos ellos también, excepto el fumeta, que es un gordo con barba, como suele pasar en estos casos. 

Por supuesto deciden que en ese viaje no se puede usar el móvil, lo que estaría bien si no fuera porque van a un camping en mitad de la nada, y los recogen todos para meterlos en la guantera (así, sin apagar, para que se gaste la batería). A mitad del viaje pasan por un cementerio y la rubia putilla, muy exaltada, se pone a gritar que tienen que contener la respiración porque si no un espíritu maligno se les puede meter dentro. Al parecer es una antigua leyenda urbana que ninguno de los otros (ni yo mismo, tengo que decirlo) había oído jamás, pero igualmente dejan de respirar todos excepto, claro está, el gordo fumeta, al que ¡sorpresa! se le mete el espíritu del psicópata al que habían ejecutado en el flashback. 

Después de toda la hostia con lo de aguantar la respiración, uno de ellos tiene que mear, así que se bajan todos en el cementerio, respirando con tranquilidad, ya que al parecer la leyenda sólo se aplicaba si ibas en coche (fetichismos de los espíritus, supongo). Desde lejos ven el manicomio y la novia putilla se lleva al prota dentro a echar un polvete en la morgue. Lo típico, vamos...
Aquí uno espera que va a comenzar la chicha, pero no, ya que el único que no va al manicomio es el fumeta poseído, que se dedica a tirar los móviles por un barranco y a matar a un poli que aparece por ahí sin venir a cuento con la misma pipa de la marihuana. 

Además de una escena de sexo bastante explícita en una morgue demasiado limpia para pertenecer a un manicomio abandonado y un momento de "tensión" con la silla eléctrica (que llevaba desenchufada desde los sesenta, de ahí las comillas), toda la secuencia del manicomio es una tontería. 

El tipo se ha dejado amarrar a la silla eléctrica porque la rubia putilla le ha prometido una mamada... oh, vamos, no finjáis que no haríais lo mismo...

Pero pasado esto, en el momento en que la cosa debería remontar, comienza el declive... el cachas le pega al fumeta poseído y el espíritu le pasa a él (otro fetiche de los fantasmas, supongo), se lleva a una chica y se la carga. Luego ataca a los otros con una horca, sólo para que llegue un tipo mayor y le pegue un tiro con una escopeta. El tipo, que resulta ser uno de los guardias del antiguo manicomio, los lleva a su casa (sí, van tan tranquilos a casa del tipo que acaba de disparar a su amigo) y les cuenta lo del fantasma. Luego se lleva al prota al cementerio para hacer que lo posea el espíritu del otro guardia, el que se había cargado el psicópata antes de freírse. 
El susodicho psicópata, por su parte, está ahora dentro de la rubia putilla, que se carga al colega geek y persigue al resto hasta el cementerio para enzarzarse en una lucha entre poseídos, hasta que al final salen los dos de sus cuerpos y se pegan en forma de fantasma. 

Al final, y no me preguntéis muy bien cómo ni por qué, el viejo se hace poseer por los dos espíritus y explota mientras los demás huyen.

Por supuesto, como todo mal slasher que se precie, tiene "sorpresa" final obvia y que hace que te preguntes qué coño has estado haciendo la última hora y media...




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