miércoles, 27 de marzo de 2013

#Hold Your Breath

Lo que los tipos de Asylum entienden por slasher.


¡Cosa, te he dicho que no quiero potar!
Cuando me topé por casualidad con ·#Hold Your Breath (sí, el título va así, con almohadilla, como si fuera un trending topic o algo) me llamó la atención lo absurdo de su sinopsis, que dice algo así: un grupo de chavales pasa por un cementerio y, como uno de ellos no contiene la respiración tal como dicta la leyenda urbana de turno, es poseído por el espíritu de un psicópata. 
Con un argumento tan absurdo estaba claro que debía verla, y un vistazo por encima al trailer la pintaba como un slasher correctito que, igual, hasta me gustaba... qué error...

Me di cuenta, de hecho, de la magnitud de este, a instantes de empezar la peli, cuando apareció ante mí el logo de The Asylum. 
Esta productora, para quién tenga la suerte de no conocerla, se dedica básicamente a lanzar títulos habitualmente muy malos, protagonizados por actores igual de malos y/o secundarios y viejas glorias de la televisión, todo ello para el mercado directo en DVD y Bluray. Pero hay otra cosa que suele caracterizar a las obras de The Asylum: su oportunismo.
Que Burton hace Abraham Lincoln Cazador de Vampiros, ellos sacan Abraham Lincoln contra los Zombies, que Jackson estrena El Hobbit, ellos Ages of the Hobbits, con Christopher Judge y un montón de pigmeos. Si incluso han estrenado una secuela apócrifa de Titanic y están preparando una que se llama Jack el Matagigantes, en cuyo trailer me ha parecido ver un robot enorme.

Pero no sólo de pseudoplagios vive el asilo (supongo que no habrán suficientes estrenos al
¿Veis como no me lo
invento?
año), también sacan títulos propios que son incluso peores, como Two-headed Shark Attack (El Ataque del tiburón de dos cabezas, sí), Megashark Vs. Giant Octopus o, la que nos ocupa, #Hold Your Breath.

La peli comienza con un flashback de los años cincuenta o sesenta, en un manicomio penitenciario en el que están a punto de ejecutar a un psicópata. Cuando le ofrecen decir unas últimas palabras, el condenado se pone a recitar párrafos de la Biblia, mata a uno de los guardias y se saca un ojo. Así, sin más. Al final lo amarran a la silla y lo fríen, mientras el guardia se desangra.

Salto hasta la época actual con la reunión de un grupo de amigos que solían ir juntos al instituto y que, por no complicar la cosa, cumplen con todos los estereotipos del género de una sentada: El prota poco carismático, la novia putilla del prota, la rubia más putilla todavía pero sin novio, su hermana, el amigo cachas y chulito, el amigo empollón (que también está cachas y parece saber un montón sobre manicomios) y el colega fumeta. Todas ellas están buenísimas y todos ellos también, excepto el fumeta, que es un gordo con barba, como suele pasar en estos casos. 

Por supuesto deciden que en ese viaje no se puede usar el móvil, lo que estaría bien si no fuera porque van a un camping en mitad de la nada, y los recogen todos para meterlos en la guantera (así, sin apagar, para que se gaste la batería). A mitad del viaje pasan por un cementerio y la rubia putilla, muy exaltada, se pone a gritar que tienen que contener la respiración porque si no un espíritu maligno se les puede meter dentro. Al parecer es una antigua leyenda urbana que ninguno de los otros (ni yo mismo, tengo que decirlo) había oído jamás, pero igualmente dejan de respirar todos excepto, claro está, el gordo fumeta, al que ¡sorpresa! se le mete el espíritu del psicópata al que habían ejecutado en el flashback. 

Después de toda la hostia con lo de aguantar la respiración, uno de ellos tiene que mear, así que se bajan todos en el cementerio, respirando con tranquilidad, ya que al parecer la leyenda sólo se aplicaba si ibas en coche (fetichismos de los espíritus, supongo). Desde lejos ven el manicomio y la novia putilla se lleva al prota dentro a echar un polvete en la morgue. Lo típico, vamos...
Aquí uno espera que va a comenzar la chicha, pero no, ya que el único que no va al manicomio es el fumeta poseído, que se dedica a tirar los móviles por un barranco y a matar a un poli que aparece por ahí sin venir a cuento con la misma pipa de la marihuana. 

Además de una escena de sexo bastante explícita en una morgue demasiado limpia para pertenecer a un manicomio abandonado y un momento de "tensión" con la silla eléctrica (que llevaba desenchufada desde los sesenta, de ahí las comillas), toda la secuencia del manicomio es una tontería. 

El tipo se ha dejado amarrar a la silla eléctrica porque la rubia putilla le ha prometido una mamada... oh, vamos, no finjáis que no haríais lo mismo...

Pero pasado esto, en el momento en que la cosa debería remontar, comienza el declive... el cachas le pega al fumeta poseído y el espíritu le pasa a él (otro fetiche de los fantasmas, supongo), se lleva a una chica y se la carga. Luego ataca a los otros con una horca, sólo para que llegue un tipo mayor y le pegue un tiro con una escopeta. El tipo, que resulta ser uno de los guardias del antiguo manicomio, los lleva a su casa (sí, van tan tranquilos a casa del tipo que acaba de disparar a su amigo) y les cuenta lo del fantasma. Luego se lleva al prota al cementerio para hacer que lo posea el espíritu del otro guardia, el que se había cargado el psicópata antes de freírse. 
El susodicho psicópata, por su parte, está ahora dentro de la rubia putilla, que se carga al colega geek y persigue al resto hasta el cementerio para enzarzarse en una lucha entre poseídos, hasta que al final salen los dos de sus cuerpos y se pegan en forma de fantasma. 

Al final, y no me preguntéis muy bien cómo ni por qué, el viejo se hace poseer por los dos espíritus y explota mientras los demás huyen.

Por supuesto, como todo mal slasher que se precie, tiene "sorpresa" final obvia y que hace que te preguntes qué coño has estado haciendo la última hora y media...




miércoles, 20 de marzo de 2013

Atrocius

Por qué el cine español jamás debería haber abandonado el Destape. 

Es verdad, si me miro la punta de la nariz bizqueo.
Si alguien te ofrece como opción B ser sodomizado por un mandril rabioso cargado de metanfetamina, raro sería que no escogieses la A. Se me ocurren realmente pocos escenarios en los que esto fuera justificado: iniciar un largo noviazgo con Rajoy, tragarte un concierto entero de David Bisbal desde la primera fila  o, en especial, volver a ver Atrocius.
De verdad, si la opción A es esta peli, no lo dudes: mandril.

Lo primero que tira para atrás es que se trata de otra incursión más en un subgénero que ya estaba agotado desde tres días después del estreno de The Blar Witch Project, el found footage
Técnicamente el found footage se basa en la idea de que alguien ha encontrado unas cintas de vídeo filmadas por alguien muerto en extrañas circunstancias, y se presenta todo como si fuera algo que sucedió en realidad y que el director no ha hecho más que un mínimo montaje antes de dedicarse a emitirlo y cobrar los royalties. 
No es nada nuevo, Ruggero Deodato ya lo hizo en 1980, Myrick y Sánchez en el 99 con la mencionada Bruja de Blair y, recientemente, se ha vuelto a poner de moda, primero con El Diario de los Muertos de Romero y Paranormal Activity, ambas del 2007. 
Algunas de estas pelis son míticas, otras incluso buenas (como la de Romero), pero todas comparten un pecado mortal. Y es que abrieron la veda para que cualquier proyecto de director sin medios ni talento pudiera coger una cámara casera, ponerse a correr por el bosque y llamarle película al resultado. 
Atrocius, junto con Zombie Diaries y los cortos de Gallardo, componen algunos de los más lamentables ejemplos de esta tendencia. 

Me disculparéis si tengo algo difuso el argumento, pero además de que apenas tiene, la vi hace casi tres años en un preestreno que se hizo en Sitges (al que acudí, iluso de mí, totalmente sobrio y sin siquiera un bote de Válium de tamaño familiar), y me he negado a volver a verla para escribir el artículo (por suerte, no había ningún mandril disponible para amenazarme). 

La cosa trata básicamente de dos chavales que, además de hermanos, son un poco subnormales, y a los que sus padres llevan de vacaciones a una casa enorme y echa polvo que la familia de su madre en las afueras de Sitges.

El que gesticula sin parar y la chica que nunca ha usado Pantene son los hermanos. Ni idea de quién es el crío gordo de la cara pixelada.
Como todos los chicos de su edad (¿?) tienen un programa por internet en el que se dedican a investigar leyendas urbanas y, mira tú que casualidad, que hay una justo en la casa a la que van a ir de vacaciones. 
Al parecer una niña desapareció ahí (creo que en un pozo) en los años 40 y se ve que por las noches su fantasma vaga por ahí. 

Vale. Bien. No pasa nada. Hemos visto pelis de terror por menos...

Todo esto son unos diez minutos, todavía quedan 72 minutos de gritos, cámaras desenfocadas, perros ladrando y gilipollas corriendo por el bosque. También hay trozos que intentan ser entrevistas con el padre y con un amigo de la familia. El padre, en especial, consigue algo que parecía imposible: sobreactuar más que sus hijos. 

El metraje supuestamente encontrado comprende varios días (no me preguntéis cuántos), en los que se intenta ir preparando al espectador para el gran final. Que si ahora dejamos la cámara puesta por la noche y se oyen ruidos, que si ahora ladra todo el rato el perro, que si ahora el perro desaparece (probablemente asesinado por algún vecino cansado de no poder dormir), que si de golpe al padre le da por prohibir a sus hijos ir por el bosque porque es muy peligroso (cuando lo que debería haberles prohibido es salir de casa después de estrenar este bodrio), etc. 
Total, que la última noche, cuando se supone que uno tendría que estar ya en tensión y en realidad está intentando cortarse las venas con la tarjeta del Carrefour, los críos van al bosque de noche y gritan y corren con la cámara dando bandazos (creo que hay cinco minutos enteros en los que no se consigue distinguir absolutamente nada, sólo a gente en la sala rebuscando en el bolso a ver si encuentran Biodramina). En algún momento entran en un laberinto (de esos que hay en todos los bosques) y se separan. La chica se pierde y algo o alguien se la lleva a rastras mientras el hermano coge las de Villadiego, dejándola a merced del monstruo, loco del machete o lo que sea de turno. Pero no pasa nada, porque al cabo de un rato se la encuentra en una especie de caseta, atada y como poseída.

Al final (y esto es spoiler, pero poco importa, porque nadie debería ver semejante truño) el chaval vuelve a casa y encuentra muertos a su padre, no sé si al amigo y al perro, justo antes de bajar al sótano (porque tras encontrar cadáveres en la casa, lo mejor que puedes hacer es bajar al sótano) donde le espera... ¡su madre con un hacha!

Sí, al parecer, después de toda la coña, a nadie se le había ocurrido comentar que la madre era una psicópata que había pasado media vida en el manicomio y que ahora, así por las buenas, le había parecido buena idea pillar un hacha y desmembrar a su familia (cosa comprensible, también, con esa familia).

Pues eso, así a grandes rasgos, es Atrocius. Una gran mierda de principio a fin que no sólo te roba 82 preciosos minutos de tu vida que podrías invertir en algo mucho más productivo (como mirar fijamente una pared o intentar encontrar a Wally en Gogle Earth), sino que se te queda grabada en la mente y te asalta cada vez que alguien te regala una entrada para ver una peli que tenga que ver con niños, bosques o cámaras de vídeo. 

Una de las peores películas del cine español y del cine de terror. En serio, si tienes que escoger: mandril. 



miércoles, 13 de marzo de 2013

Julia X

Las desventuras erótico-asesinas de un Hércules crepuscular.


Medias de encaje, tacones y... ¿hachas?
En el artículo de presentación de Zombies ate my popcorn! advertimos que reseñaríamos algunas pelis muy malas, pero que no todas tenían por qué serlo. Algunas serían simplemente pelis fantásticas y míticas de estos géneros que nos gustan y, en ocasiones, podríamos encontrarnos con joyas absolutamente inesperadas que, desde un planteamiento bizarro o el tópico más exprimido, se nos revelaran como peliculones sorprendentes y muy, muy recomendables. 
Este es, sin duda, el caso de Julia X, una mezcla de thriller de psicópatas, peli slasher y la tira de Spy vs. Spy de Mad Magazine que enmascara, en el fondo del todo, un mensaje romántico retorcido pero bonito al mismo tiempo. 

Si bien ya había firmado varios guiones para pelis de terror (la que más suena es Devorador de Sueños) Julia X es la primera obra como director de P.J. Pettiette, que co-escribe el guión con Matt Cunningham, un guionista de carrera poco prolija pero que contiene joyas como Decampitated, una locura producida por la Troma en 1998 y cuya crítica podéis esperar por aquí en cualquier momento (lo siento, pero con un cartel como ese y con un eslogan que reza "cuando tu saco de dormir se convierte en una bolsa de cadáveres", yo no puedo resistirme)...

Pero volvamos con Julia y sus desventuras amorosas. El papel que da nombre a la peli lo cubre Valerie Azlynn, que es rubia y está buena, como suele ser obligatorio en las pelis slasher, y empieza directamente con ella en un café teniendo una cita con un hombre al que ha conocido por internet. Este hombre es, nada más y nada menos que Kevin Sorbo, un actor que saltó a la fama en la televisión gracias al personaje de Hércules (serie que todos nos tragamos de críos en Tve-1 y que difícilmente sobrevive a un nuevo visionado). La verdad es que la carrera de Sorbo después de dejar la mitología greco-romana es, cuanto menos, errática. Repitió un éxito parcial como capitán Dylan Hunt en Andrómeda, pero aparte de eso, todo han sido papelillos secundarios sueltos en series, pelis familiares y ese inclasificable cúmulo de chistes malos sobre espartanos gays titulado Casi 300.
Bueno, olvidaos de eso. El tipo duro ha vuelto y, poderes mitológicos aparte, es más duro que nunca. 



Su personaje (del que creo que no se llega a decir el nombre) se nos presenta en el café como un tipo callado y agradable. A Julia, por lo menos, parece que le gusta tanto que incluso tiene una vívida fantasía sobre cómo se lo tira en el lavabo. 
Quizá avergonzada por la calentura, la chica se despide y se va al parking a buscar su coche, dando la cita por terminada. Pero parece que su pareja no está dispuesta a irse pronto a casa, ya que se ha escondido en el asiento de atrás (ni idea de cómo ha llegado tan rápido, en serio, serán cosas de semidioses) y, sin siquiera un "Ola ke ase?", se pone a estrangularla con una cuerda. 

Aquí es cuando a Pettiette le parece oportuno cortar para ponernos los títulos iniciales, acompañados por un conveniente recopilatorio de artículos sobre un asesino en serie que utiliza las páginas de contactos para escoger a sus víctimas. No hace falta tres intentos para adivinar quién es, ¿no?
En lugar de matarla directamente (ya que, ¿qué gracia tiene eso para un asesino en serie?) la obliga a conducir hasta un garaje privado y bastante sórdido, en el que la ata, la cuelga de un gancho y... se va tranquilamente a afeitarse y a ponerse guapo... sí, no es exactamente lo que uno esperaría, pero es que además lo hace al son de Close to You de The Carpenters, una canción preciosa y romántica, cuyo efecto como banda sonora mientras intercalas imágenes de una chica ensangrentada tratando de desatarse y un asesino afeitándose frente a un espejo en forma de corazón, no puede explicarse aquí. Hay que ver la escena (o mucho mejor, toda la peli) para tener una idea...

Julia conseguirá escaparse, sólo para ser capturada otra vez por Kevin Sorbo, ahora ataviado con un impermeable y unas gafas de soldador, que aprovechará para marcarle el culo con un hierro al rojo en forma de X (sí, de ahí el nombre de la película).  

Como recomiendo muchísimo ver esta peli, voy a dar el aviso de spoilers antes de seguir, porque creo que vale la pena disfrutar de las sorpresas que depara antes de continuar. Si eres de los que no les importa, adelante...

Un viaje en furgoneta al campo para enterrar otro cadáver que Kevin tenía por ahí es lo que necesita Julia para volver a escaparse y enzarzarse en la típica persecución por el bosque que siempre tienen que tener estos géneros. Sólo que la chica parece mucho más espabilada que las típicas rubias que salen en este tipo de pelis (¿será teñida?). Son detalles, pero detalles importantes para los que conocemos el género y estamos hartos de ver estas persecuciones. Por ejemplo, cuando Julia coge una canoa para escaparse por un pantano, se molesta en desatar la que hay justo al lado, para dificultar que la sigan, o cuando por fin consigue sorprenderlo por detrás y derribarlo con un objeto contundente, sigue golpeándolo varias veces más mientras está en el suelo, por si acaso, antes de seguir corriendo. Sí, son cosas de sentido común, pero que las reinas del grito no suelen pensar, y así les suele ir.
Pero no olvidemos que el tipo que la persigue solía ser el hijo de Zeus, y es más duro que un cinturón de tachuelas, así que siempre consigue alcanzarla hasta que, sorprendentemente, es ella la que lo asfixia hasta la inconsciencia con una bolsa de plástico. 

Lo normal aquí sería volver a huir o rematarlo (aunque entonces la peli se quedaría un poco corta), pero no, lo que hace Julia es atarlo, meterlo en el maletero y llevárselo a casa. 
Allí la espera su hermana, que le pregunta por qué ha tardado tanto en secuestrar al asesino y traerlo. 
Sí, al parecer Hércules no era el único que tenía planes sangrientos para la noche, sino que Julia y su hermana Jessica (Alicia Leigh Willis) se presentan como un par de heroínas del rape and revenge (un subgénero medianamente reciente en el que una chica es violada y/o dada por muerta por hombre o grupo de ellos y decide vengarse sangrientamente de ellos o, en el caso que nos ocupa, de todos los violadores y asesinos a los que puedan echar mano). 

¿Qué hacemos, hermanita, una peli porno o la octava parte de Saw?

A partir de aquí, todo lo que queda de peli es un juego del gato y el ratón en el que el papel de cazador y de presa se intercambia cada cinco minutos. Las persecuciones en círculo, las escenas de pelea (que más que peleas son ahostiamientos múltiples y recíprocos), y en especial los diálogos que tienen Julia y Kevin Sorbo entre hachazo y patada en la cara, en los que el espectador puede darse cuenta fácilmente de que ambos han encontrado por fin a su alma gemela.

Julia X es un soplo de aire fresco en un género que, si bien tiene pelis míticas, pecaba desde hace mucho tiempo de falta de originalidad (con excepciones tan honrosas, por supuesto, como la delirante Tucker and Dale vs. Evil). 92 minutos de giros argumentales, trompazos, torturas y el Close to You de The Carpenters sonando en modo repetición en el ipod de un psicópata con un concepto muy propio del romanticismo.

Una peli 100% recomendable para ver tanto en casa como con amigos, o en el cine, si se deciden a estrenarla en España en 3D y todo. 




miércoles, 6 de marzo de 2013

La Noche de los Muertos Vivientes (versión 30 Aniversario)

...o cómo convertir una peli de culto en una mierda en sólo 15 minutos.


A ver, sonreíd al pajarito...
En 1968 George A. Romero dirigió, con un presupuesto de 114.000 dólares (que puede parecer mucho, pero que daba justito para alquilar una granja, contratar a un puñado de actores y maquillar a todos sus amigos de zombies), una película de terror sin demasiadas pretensiones que, mira tú por dónde, acabó convirtiéndose en un referente indispensable del género de terror y, ya de paso, sembrando la semilla de un subgénero que, no sólo aguanta hasta día de hoy, sino que se encuentra en uno de sus mejores momentos y al que el propio romero ha contribuido con seis películas (y hay una séptima en preparación), de las cuales cuatro forman parte del mismo universo y dos suponen una especie de reboot adaptado a los tiempos de internet; 
Lamentablemente, Romero no plantó esta primera semilla él solo, sino que contó con la ayuda de su compañero en The Latent Image John A. Russo, que co-escribió (o por lo menos co-firmó) el guión con él.

Al igual que romero, Russo venía del mundo de la publicidad, pero así como el primero se convirtió en un director de culto, el segundo ni siquiera tiene página propia en la Wikipedia (y ya sabéis que si no sales en la Wikipedia no eres nadie). Su filmografía posterior, de hecho, está consta de 11 títulos formados en su mayor parte (y con la excepción de las dos partes de Midnight y de algo llamado Santa Claws con una pinta tan chunga que no puedo esperar a ponerle las manos encima) por lo que parece la versión de género fantástico del cine español del destape (The Booby Hatch, Scream Queens Swimsuit Sensations y Scream Queens' Naked Christmas), además de por todo lo que ha podido sacarse de la manga para explotar el filón de La Noche de los Muertos Vivientes. 
Un científico loco rapta tías 
buenas para experimentos...
¿Russo u Ozores?
Esto hombre es responsable, incluso, del libro que dio lugar a la saga Return of The Living Dead, un crimen por el que tendrá que pagar algún día. 

Pero la peli que nos ocupa quizá sea el mayor alarde nunca visto en el campo de cómo sacar todavía más dinero del mismo saco sin rompernos demasiado los cuernos. 30 años después del estreno de La Noche de los Muertos Vivientes, y sin contar para nada con la opinión ni la colaboración de Romero, John A. Russo produjo la edición 30 aniversario de esta para el mercado directo en DVD. Se anuncia como una versión remasterizada (cosa que, viéndola, asumo que hicieron con el Paint) y con 15 minutos de escenas añadidas. 
Russo no se molestó en hacer un remake, ni siquiera en colorearla, solamente cogió la peli de Romero del 68 y le añadió unas cuantas escenas rodadas deprisa y corriendo. 
A consecuencia de este titánico esfuerzo (y aunque le otorga a Romero el crédito de la edición original) Russo se presenta en los títulos de crédito como guionista y director de la versión 30 aniversario, sin importar que el noventa por ciento del metraje no le corresponda.

La peli es básicamente la misma, y tampoco voy a entrar mucho en ella porque a estas alturas poca gente quedará ya que no la haya visto. Muertos que se levantan de sus tumbas, canguelo constante, malos actores (desde humanos que sobreactúan a zombies que, más que tambalearse parece que hagan excursionismo) y casquería a raudales. Una muy buena película de terror a la que le perdonas los defectos, ya que sólo la cargan de encanto, y con un final que sigue siendo de los mejores de la historia del cine (no sólo de género).
Aquí lo que tiene chicha son las escenas añadidas por Russo. La peli, de hecho, empieza con una de ellas que presenta a dos rednecks (con sombrero de cowboy y todo) cargando un ataúd en una furgoneta en el exterior de una prisión. De la conversación que tienen con el guardia y entre ellos, se entiende que el cadáver pertenece a un tipo que había asesinado a una niña del pueblo y que los padres de esta les habían pagado para llevarlo al cementerio y enterrarlo. El viaje en camioneta, que nos hacen tragar prácticamente íntegro, lo pasan hablando de una tal Rosie que trabaja de camarera en una cafetería del pueblo, todo ello sólo para ponernos después a la tal Rosie como zombie (así de relleno, entre un montón más) y, no sé, que nos haga gracia o que pensemos que es muy listo...
Cuando llegan al cementerio se reúnen con los padres de la niña y el reverendo Hicks, interpretado (aunque decir eso es un insulto para cualquiera que haya interpretado algo en su vida, incluyendo a los protagonistas de Hotel Glam) por el autor de la banda sonora de esta versión, Scott Vladimir Licina. Entre todos, sueltan una diatriba religiosa completamente innecesaria que parece querer enfocar el origen de los zombies (de los que todavía no ha salido ninguno) a algún tipo de castigo divino. 

Por fin, el padre pide que abran el ataúd para comprobar que el tipo que mató a su hija está muerto, y vemos que no es otro que William Hinzman, el mismo actor que encarnó al primer zombie que sale en la peli original, repitiendo papel... eso sí, treinta años después...
No sé tanto sobre cirugía estética como para tener claro si a finales de los 90 ya existía el Botox, pero estoy bastante seguro de que ya había maquillaje y que, incluso una peli de estreno directo en DVD debería contar con un equipo de profesionales al cargo. Bien, pues parece que la opinión de Russo sobre esos detalles es que son de poca importancia, porque el pobre Hinzman pasa, de una escena a la siguiente, a tener tres décadas menos...

Si convertirte en zombie te rejuvenece así, medio Hoollywood se dejará morder.
A la que Hinzman se levanta de la tumba y comienza a comer empanada de redneck, cortamos por fin con Bárbara y su hermano. Aquí el efecto es al revés que el de Hinzman. Por muy remasterizada que nos vendieran la cinta, el cambio de imagen entre las escenas nuevas y las viejas es bastante obvio. Supongo que los filtros de cámara y los efectos de montaje tampoco eran importantes para Russo. Había fechas que cumplir y cuánto más pasta se gastase en hacer la peli creíble, menos terminaría en su bolsillo. 

A partir de aquí el metraje de Romero está casi íntegro y sin tocar (cosa que se agradece, pero también añade puntos al marcador de morro del que se presenta como nuevo guionista y director), salvo por algunas tomas de zombies añadidas aquí y allá. 

Lo que acaba de matar la peli es el final. ya he comentado que el final de la original sigue siendo uno de los mejores y más duros de la historia del cine (y si queda alguien que no la haya visto, que considere lo siguiente un spoiler), con la muerte de Duane Jones quien, después de sobrevivir contra todo pronóstico a la noche, acaba siendo confundido por un zombie y muere de un disparo en la cabeza. En la versión del 30 aniversario, Russo interrumpe la mítica escena sin pudor alguno, para meter con calzador una entrevista que le están haciendo al reverendo Hicks en el cementerio y que es interrumpida por Hinzman, a quien ya parece habérsele pasado el efecto del lifting, que muerde al reverendo en la cara antes de ser abatido. 

El broche de oro (o de mierda, en este caso) lo pone un epílogo situado un año después. El mundo parece perfectamente normal, con lo que se carga todo el universo postapocalíptico que Romero fue desarrollando en sus posteriores películas, y la misma entrevistadora de la escena anterior llega a un manicomio en el que se encuentra al reverendo Hicks, con una cicatriz en la cara pero sin signos visibles de infección. 
El reverendo sigue soltando diatribas religiosas y atribuye del todo el origen de los zombies (eso que Romero nunca ha querido aclarar del todo) a un castigo divino del que sólo él ha sido elegido para salvarse (no será para darle un Oscar, la verdad, porque en esta escena consigue llevar su actuación a cotas todavía más horribles que antes). 

En definitiva, La Noche de los Muertos Vivientes (Versión 30 Aniversario) es una peli de la que mantenerse lo más alejado posible, o para ver con un buen montón de cerveza en el cuerpo (más que nada por no llorar), si uno quiere descubrir cómo es posible convertir una peli de culto en una mierda con sólo 15 minutos de escenas añadidas.





lunes, 4 de marzo de 2013

Empezamos...

Bienvenidos a Zombies ate my popcorn! el blog de cine mítico, fantástico y fantásticamente chungo.

Cuando, acuciado por demasiado tiempo libre y en un alarde de originalidad (porque no hay miles de ellos flotando por la red, ni nada...), decidí abrir un blog de cine, quise alejarme principalmente de dos cosas: la primera era manía de perseguir los estrenos que tienen algunos bloggers que piensan que están haciéndole la competencia al Fotogramas. La segunda (y más importante) es de las críticas sesudas y pretenciosas sobre cine de autor perpetradas por estudiantes de cine y periodismo con la esperanza de que algún editor las lea y se enamore de su ingenio. No nos engañemos, chicos, escribimos para que nos lean a escondidas en la oficina cuando el jefe no mira, o en el lavabo, con el móvil, como alternativa a las etiquetas del champú.

¿Cine de terror o movimiento
intestinal poco saludable?
Con todo ello, y siguiendo esa máxima que enunció un día Sócrates borracho como una cuba en una taberna de Atenas y que reza "si no vas a cobrar por ello, haz lo que te salga de los cojones", decidí dar rienda suelta a esas aficiones que hacen que la gente me mire raro en las reuniones sociales.
Y no, no hablo de fingir que tocas la batería con los palillos del chino, hablo de cine raro, de cine fantásticamente chungo. Pelis de esas que, cuando las sacas a colación en una conversación con personas normales (de esas que compran en Zara y van al cine cuando estrenan la última de Hugh Grant o Tom Cruise) llevan inexorablemente a un "¿pero tú qué cosas ves?".


Zombies ate my popcorn! quiere abarcar (según un elaborado criterio basado en lo que a mí me apetezca, me recomienden o acabe tragándome por accidente por culpa de los programadores de Sitges, Cotxeres de Sants u otros festivales de género) un amplio abanico que iría desde el cine de acción y fantástico mítico de los 80 y 90 hasta las pelis de serie B y Z más chungas, nuevas y viejas, que se vayan cruzando en mi camino. Desde magistrales ejercicios de cine palomitero a cosas tan ofensivas para el buen gusto que debéis conocer, sea por morbosa curiosidad o para protegeros del daño cerebral que pueda causar su visionado. 

Si no está roto...
No os preocupéis, yo me enfrentaré a ellas y os las contaré... total, me temo que mi estado ya es irreversible...

Estrenamos este miércoles día 6 con una peli obligada teniendo en cuanta el título del blog: La Noche de los Muertos Vivientes. Pero ¿por qué hablar de una obra de culto que todo el mundo conoce, cuando la divina providencia y el afán de los productores por seguir exprimiendo el mismo producto durante tres décadas nos ofrece algo más jugoso.

La versión 30 aniversario de la ópera prima de George A. Romero es un ejemplo como hay pocos de cómo joder una película magnífica con sólo 15 minutos de escenas añadidas. Aquí tenéis la ficha y el tráiler para ir abriendo boca, en un par de días la analizaremos y la destriparemos a gusto.

De momento, si queréis, podéis seguir Zombies ate my popcorn! vía Facebook y Twitter, para estar al tanto de las novedades, o echarle un ojo al canal de Youtube en el que iré recopilando trailers, cortos y vídeos que vaya colgando en el blog. 

Un abrazo y nos vemos el miércoles.